Como el que entrega una página en blanco
ante el temor de escribir,
frases aisladas, que forman su diario
y que prefiere omitir.
Crecientes taras asoman por costuras,
de hilos enfermos colmados de tensión,
solo el sosiego lúgubre de los difuntos,
calma el bullicio y alivia su aflicción.
Grita en silencio y maldice momentos
en los que la vida le ha visto crecer.
Marcadas a fuego decoran su cuerpo
todas las carencias de un anochecer.
Como el que tiene un único deseo y le da miedo decir.
Indiferente aunque resulte extraño,
tan alejado de sí.
Guarda en su mundo interior
varios apuntes proyectos de un pasado,
al que arrancaron el alma sin pensar
en las secuelas sufridas por el daño.